sábado, 20 de noviembre de 2010

REDUCCIÓN DE HORAS DE CLASES EN LOS COLEGIOS DE CHILE 3

DECLARACIÓN DE HISTORIADORES Y PROFESORES DE HISTORIA


Con motivo de las recientes declaraciones del Ministro de Educación, Sr. Joaquín Lavín Infante, anunciando la reducción de horas de clase de Historia para alumnos entre Quinto Básico y Segundo Medio, los historiadores (as) y profesores (as) de Historia firmantes declaramos:

1. Consideramos dicha reducción horaria absolutamente desacertada y lamentable y por ende, la rechazamos categóricamente, puesto que, contrariamente a lo afirmado por el Ministro, no contribuirá en lo más mínimo a solucionar los graves problemas de desigualdad, inequidad y falta de calidad de la Educación Básica y Media chilena. Al contrario, solo los agravará generando nuevos desequilibrios y distorsiones.



2. Esta medida ha sido adoptada de manera autoritaria y antidemocrática puesto que no ha sido el resultado de un proceso de discusión informado y transparente del profesorado, de sus organismos profesionales y gremiales, y tampoco fue consultada con los especialistas de la disciplina del medio universitario –historiadores y educadores- sino adoptada en base a criterios tecnocráticos, por el círculo del confianza del Ministro Lavín, a puertas cerradas en el Ministerio de Educación. No existen estudios serios que justifiquen esta decisión y que demuestren que la reducción de horas en Historia y Ciencias Sociales a favor de otros cursos beneficiará el aprendizaje de los estudiantes.



3. Además de no asegurar mejores resultados en pruebas de estándares internacionales, la implementación de esta política significará reducir aún más la posibilidad –ya escasa- de desarrollar un pensamiento crítico en los estudiantes y formar ciudadanos reflexivos, aptos para el ejercicio democrático puesto que la Historia es, por antonomasia, creadora de conciencia crítica respecto del entorno social en el que viven las personas, y por ello el mejor instrumento para formar verdaderos ciudadanos. Reducir o minimizar la enseñanza de la Historia y las Ciencias Sociales en las escuelas, colegios y liceos significa, más allá de las intenciones declaradas, coartar y acallar la reflexión y el análisis crítico. Detrás de criterios aparentemente “técnicos” que inspiran categorías como “productividad”, “resultados” y “competencia”, se ocultan inspiraciones e intereses políticos que apuntan a la formación de tecnócratas y mano de obra dócil, incapaz de cuestionar los fundamentos, objetivos y modo de funcionamiento del actual modelo de sociedad. Cabe recalcar que esta medida se suma a una similar adoptada hace algunos años que significó la disminución de las horas de Filosofía en el currículo, con el consiguiente daño para la formación humanista de los alumnos.



4. Nuestra oposición a esta decisión del Ministerio de Educación no está motivada por una mera defensa “corporativa” de tipo laboral (la defensa de las horas que perderán los profesores de Historia), sino principalmente, por las razones expuestas que se vinculan con el tipo de jóvenes y de ciudadanos que queremos contribuir a formar, por el rol central que la Historia puede y debe jugar en el proceso formativo de personas íntegras y conscientes.



5. En consecuencia, hacemos un llamado a toda la comunidad educacional nacional –profesores, estudiantes, padres y apoderados de los distintos niveles del sistema educacional- a hacer público su rechazo a esta nefasta medida y a movilizarse de manera unitaria y coordinada para lograr revertirla.



Santiago, noviembre de 2010.

REDUCCIÓN DE HORAS DE CLASES DE HISTORIA EN LOS COLEGIOS DE CHILE 2

REFORMA Y REDUCCIONISMO. EL MINEDUC Y LA HISTORIA.

JOSÉ MARÍN, PROFESOR. MEDWEB

UNA REFLEXIÓN SOBRE EL EMPOBRECIMIENTO DE LA CULTURA HISTÓRICA QUE PROPONE EL MINEDUC.

La decisión del Mineduc de reducir las horas de enseñanza de la historia es lamentable aunque, hay que reconocerlo, no sorprende. De partida, hace tiempo ya que la asignatura (“subsector”) modificó su nombre (Estudio y Comprensión de la Sociedad; Historia y Ciencias Sociales), enfatizando contenidos que tienen a veces más relación con la sociología y la antropología, que con la historia; consecuentemente, se ha privilegiado el estudio del presente, de modo casi periodístico, en perjuicio del estudio del pasado, objeto del análisis histórico. En efecto, hace ya unos quince años que vemos cómo, paulatina pero consistentemente, se ha empobrecido la enseñanza de la historia en el mundo escolar, y es de temer que la historia termine desapareciendo completamente de los programas, en el mejor de los casos absorbida por otra disciplina o “subsector”.

Quienes amamos esta disciplina sabemos la importancia de la formación histórica en la etapa escolar para desarrollar el amor por la historia; quienes conocemos la historia y su valor, sabemos que es vital poner en contacto a niños y jóvenes con las grandes creaciones históricas del pasado: al reducir la enseñanza de la historia universal (Egipto, Grecia, Roma, la Edad Media) y centrar la mirada sólo en la modernidad y el presente, los privamos de la seducción de lo épico y de una visión verdaderamente humanista de su entorno histórico. Mario Góngora ya lo sabía y aconsejaba estudiar Historia Universal para poder comprender mejor la Historia de Chile. Reducir la enseñanza de la historia, excluyendo tercer y cuarto medio, dados los actuales programas, supone claramente minimizar el estudio del pasado y privilegiar el presentismo. Este empobrecimiento de la formación escolar no tiene nada de humanista: es la proposición del utilitarista que, impelido por el “logro” de ciertos “estándares”, no vacila en pagar cualquier precio. Los cursos que se verán afectados por la medida son aquellos decisivos para los resultados de la prueba Simce, como es evidente. ¿No se puede, acaso, optimizar el uso eficiente de las horas asignadas a Lenguaje, para elevar el nivel de logro de los escolares? Y si es necesario mejorar la formación de los profesores para ello, ¿por qué no hacerlo? Se ha planteado que algunas horas de Lenguaje se dedicarán a lectura en Biblioteca y me pregunto, por una parte, ¿nuestras escuelas tienen bibliotecas que permitan cumplir con dicho objetivo? Y por otra, ¿y si ese tiempo se dedicara a leer obras de carácter histórico, cumpliendo un doble objetivo? Para ello bastaría coordinar a los profesores de historia y de lenguaje, una integración interdisciplinaria que actualmente, por cierto, es de la mayor relevancia en el ámbito académico y que se constituiría en un verdadero desafío para la enseñanza escolar y que sólo le reportaría beneficios. Por último, cabe señalar que este tipo de modificaciones afectan más gravemente a la educación pública, que no cuenta con la flexibilidad ni la capacidad de gestión ni los recursos de los establecimientos privados que tienen una cierta dosis de autonomía que les permite elaborar sus propios programas (de acuerdo a las directrices del Mineduc, eso sí), así como reasignación de horas de la JEC si fuera menester. Si lo último es efectivo, estaríamos frente a otra forma más de discriminación en la educación chilena, contribuyendo a aumentar la brecha entre aquellos que pueden “darse el lujo” de una formación humanista, íntegra e integral, y aquellos que no.

Finalmente, cabe suponer que en un corto plazo la Prueba de Historia de la PSU va a desaparecer, salvo claro está que el FMI o la OCDE exija mantenerla… Más temprano que tarde, bajo el argumento de la “pertinencia” de los contenidos, esta enésima reforma de la reforma, impactará en el currículum universitario de la formación de graduados y profesores de historia, por lo que es menester estar atentos, porque este tipo de situaciones terminan por afectar gravemente a la autonomía universitaria. Ésta no consiste, como muchos creen, simplemente en la inviolabilidad del claustro universitario ni en que la fuerza pública no pueda ingresar en sus campus. Verdaderamente la autonomía universitaria es mucho más que eso, de mucha más seriedad, gravedad y repercusiones. Es un non serviam. Se trata de resguardar la libertad intelectual, la libertad ex cathedra que otorga la autoridad fundada en el saber. Esa libertad es la que ha permitido a la universidad enfrentarse a quienquiera que haya querido instrumentalizarla para servir a sus intereses, y decirle con orgullo non serviam, no te serviré. Hubo un tiempo —y ya es triste tener que recordarlo— en que las universidades orientaban a la sociedad… ¿Qué pasó como para que hoy ellas no sean requeridas en el debate público sino, peor aún, acepten mansamente servir los intereses de las políticas públicas de turno? Hoy más que nunca hay que resguardar y acrecentar los espacios de libertad de la vida universitaria. ¿Cuál ha sido el rol de las instituciones universitarias en todo este proceso? ¿Hasta dónde pueden seguir las universidades mansamente las políticas del Mineduc so pretexto de los fondos que están en juego? En fin, son consideraciones que, por ahora, nos llevan muy lejos del problema de fondo (empobrecimiento de la cultura escolar), pero que, creo, involucran cuestiones que no se pueden seguir soslayando.


Tengo la impresión de que la opinión de los especialistas (en Historia, obviamente) tiene poco valor en este minuto. Tal como ocurrió hace algunos años con la Reforma Educacional y el FID, si se pide la opinión, es sólo para cumplir con una formalidad, pero alea iacta est. Tengo la impresión también, aunque es apriorística y se basa sólo en información de prensa, de que a los especialistas en realidad no se les consultó ni interesa hacerlo. No obstante, creo que es importante que las escuelas, departamentos o institutos de historia del país hagan ver al Mineduc su parecer, en cartas y columnas públicas, ya sea firmadas por sus Directores o, quizá, por sus Consejos de Profesores; pienso, también, que una declaración o suerte de manifiesto de los Decanos involucrados (en forma singular, pero también como cuerpo), podría ser relevante en esta materia. Me temo, como dije, que los especialistas ya hemos perdido muchos espacios de discusión, por “dejar hacer” a inexpertos, burócratas o legos en la materia (que probablemente actúan con puras buenas intenciones) y que recuperarlos es muy difícil; sin embargo, al menos debe quedar el testimonio público al respecto.

Tenemos que mantenernos alertas, atentos y vigilantes, pues la barbarie está siempre al acecho, asumiendo distintas formas: frivolidad, liviandad, trivialización, vulgaridad, intervención, relativismo, tibieza, pusilanimidad, etc. No les concedamos más espacio a los bárbaros. Quizá todavía es tiempo.

viernes, 19 de noviembre de 2010

REDUCCION DE HORAS DE CLASES DE HISTORIA EN LOS COLEGIOS DE CHILE

LAURA VALLEDOR, Profesora y Licenciada en Historia
Diario La Tercera. Nov. 19, 2010



¡A UN PASO  DE SER FINLANDESES!: LA REDUCCIÓN DE HORAS DE HISTORIA EN  LA ESCUELA CHILENA.

Desde hace algún tiempo, escuchar las políticas educacionales se ha vuelto un ejercicio de paciencia. Primero fue el semáforo SIMCE, que alertaba a los padres acerca de dónde estaban los ghettos en los que no debían matricular a sus hijos. Después fue el ofrecimiento de premios-carnada por subir puntos en el mismo SIMCE. Pero el Ministerio de Educación no deja de sorprendernos –ni de angustiarnos- y ayer anunció que aumentará las horas de Lenguaje y Matemática en desmedro de Historia y Educación Tecnológica, desde 5º básico a 2º medio.

Antes de entrar en un análisis más profundo, me permito formular la pregunta práctica que todos los profesores de historia chilenos se están haciendo en estos momentos: Si dispondremos de 40 horas menos de historia al año, ¿Cómo abordar desde el Neolítico hasta la Edad Media en séptimo básico, o desde las culturas prehispánicas hasta el siglo XIX chileno en 2º medio? Frente a ello, la encargada de Currículum, Loreto Fontaine arguyó que “se hizo un cálculo de cuánto tiempo tomaba enseñar cada materia y de este modo se estimó conveniente reducir las horas de enseñanza de historia pero con los mismos contenidos”.

Pero la respuesta más que tranquilizar desconcierta, ya que pese a provenir de una autoridad, incurre un error importante: se centra en los contenidos, excluyendo las actitudes y habilidades que el currículum ha asignado al estudio del subsector de Historia y Ciencias Sociales. “Entre otras cosas, la historia busca que los jóvenes comprendan su presente a través del estudio del pasado, conozcan los lazos que los unen a otras personas que viven en su misma sociedad y se entiendan a sí mismos como sujetos históricos capaces de construir un futuro para ellos y quienes los rodean”. Para lograrlo, el subsector considera el aprendizaje de habilidades de análisis de fuentes históricas diversas y de categorías de comprensión temporal muy complejas, lo que solo es posible conseguir mediante actividades intencionadas y mucho, pero mucho tiempo de trabajo. Desde luego, las habilidades y actitudes se trabajan conjuntamente con los contenidos, pero es una norma en el ámbito escolar que cuando el tiempo escasea, lo que los profesores hacen es enfatizar los contenidos. Así las cosas, corremos el serio riesgo de volver de lleno a una enseñanza de la historia basada en la memorización, de la que recién estábamos comenzando a sacudirnos.

Ahora bien, en nuestro currículum el mismo subsector curricular alberga a Historia, Geografía y Economía, por lo que una reducción de horas, no solo significa disminuir la oportunidad de aprendizaje histórico, sino que también implica desmejorar la comprensión de las relaciones entre el hombre y el medio natural y de las formas de emprender un desarrollo sustentable.

La autoridad justificó la medida diciendo que "sin una buena competencia en Lenguaje y Matemáticas no es posible avanzar en otros ramos". Desde luego, quien no comprende lo que lee o no sabe expresarse, simplemente no juega el juego y también es indesmentible que pensar matemáticamente es fundamental para la vida. Pero ¿es necesario incrementar las horas de estudio de estas disciplinas a costa de la enseñanza de la Historia?, ¿por qué no se echó mano directamente las horas de libre disponibilidad? Nuestra queja podría ser solo una defensa gremial, pero va más allá de eso, puesto que en Chile como en otros lugares, comprender la historia es una necesidad de la sociedad en su totalidad. Descuidar su enseñanza en un país que tiene un pasado reciente tan complejo podría significar costos sociales muy fuertes en el futuro.

Por otro lado, ¿cuál puede ser el impacto de aumentar horas de enseñanza, sin ayudar a los profesores a realizar un mejoramiento en sus prácticas?, ¿será un aporte tener más de los mismo?

La decisión fue tomada supuestamente emulando a Suecia, Singapur y Finlandia. Siempre es bueno aprender de los buenos ejemplos, pero surge la pregunta, ¿qué tanto podemos parecernos a Finlandia con esta medida? Casualmente, esta semana tuvimos la oportunidad de escuchar a dos expertos en educación finlandeses en la universidad a la que pertenezco: Hannu Simola y Piia Seppánen. En su charla destacaron que los resultados de los alumnos finlandeses son de los más altos a nivel internacional y con poca variabilidad entre escuelas. Pero también enfatizaron que en Finlandia la educación es en un 98 por ciento pública y en el 2 por ciento restante, donde se aplica un sistema de school choice algo similar al financiamiento compartido chileno, la segregación social ha aumentado. Otra característica del sistema finlandés es que el puntaje de corte para entrar a estudiar pedagogía es altísimo y los mejores estudiantes no dudan en postular, porque los sueldos de profesor y las condiciones para ejercer son buenos.

Teniendo en cuenta estas características que apuntan a la estructura, al corazón mismo del sistema educacional, ¿nos parecemos a Finlandia por sacar horas a Historia y ponerlas en otras asignaturas? Sin lugar a dudas, la implementación de medidas de peso en educación tendría un costo político importante, pero claramente hacer el ridículo es gratis.-